Son
mitos porque forman parte del vox populis
y son falsos porque carecen de fundamento científico. Lo peor es que pueden
influir, para mal, en nuestros hábitos alimentarios. La mayoría están asociados
al “firme” propósito de adelgazar. Sin embargo, atiborrarse de productos light
o integrales, quedarse sin cenar o estar un día a la semana a dieta ni es
saludable ni te va ayudar a perder grasa. Con la ayuda de dos nutricionistas,
el Dr. Manuel Jiménez Ucero, autor de la exitosa Dieta Flash y la Dra. Victoria Galarza Rubio, coordinadora del
informe Falsos mitos sobre la
alimentación, de la CECU (Confederación de Consumidores y Usuarios),
desmontamos los más extendidos. Toma buena nota y sigue nuestros consejos para
mantenerte sana y controlar el peso.
1.
Lo
light e integral adelgaza.
Los
alimentos light tienen aproximadamente un 30% menos de calorías que los
normales, por lo tanto son útiles en dietas de adelgazamiento, siempre que se
tomen en la cantidad justa. Eso sí, no adelgazan por sí mismos. De hecho,
algunos son muy calóricos por su propia naturaleza: mayonesa light, margarina
light, patatas fritas light y paté light. Y los integrales, ayudan a regenerar
el ritmo intestinal y tienen efecto saciante, pero su aporte energético no
varía respecto a su equivalente refinado. También se deben tomar con prudencia.
2.
Los
hidratos de carbono engordan.
Son
uno de los nutrientes que menos energía aportan, 4 Kc/g, de hecho un 55% del
total de calorías de la dieta deberían proceder de éstos. Ahora bien, si su
índice glucémico es alto se elevan los niveles de azúcar en sangre y el
excedente se transforma en grasa de reserva. Por lo que, para controlar el peso
conviene dar preferencia a los alimentos de bajo valor glucémico –almidones y
féculas-, y reducir los altos –miel, zumos, pan blanco, dulces, frutas dulces y
alcohol-.
3.
Las
frutas ácidas adelgazan.
Las
frutas cítricas, acuosas o ácidas contienen menos azúcares, pero ninguna de
ellas hace bajar de peso. Al contrario, las frutas –en general-, tomadas
después de una comida copiosa, suman sus azúcares de absorción rápida y
favorecen la transformación de éstos en grasa. Sin embargo, antes de las
comidas tienen un efecto saciante –por su contenido en agua y fibra- y ayudan a
controlar el apetito. Y son excelentes tentempiés de media mañana y tarde. Apuesta
por las de mayor contenido en fibra –kiwi, mango, manzana, naranja y pera-.
4.
Beber
agua durante la comida engorda.
Beber
más de un vaso de agua durante las comidas baja la acidez del estómago y hace
la digestión más lenta. Además, cuánto más fría peor, ya que solidifica las
grasas y hace todavía más pausada y difícil la digestión. Eso sí, si se toma
antes de la comida, el agua puede producir sensación de saciedad. Tenlo en
cuenta. Y no olvides que hay que consumir entre 1,5 y 2 litros diarios de agua
para estar bien hidratada.
5.
Picar
entre horas engorda.
El “picar” no tiene por qué engordar, siempre y
cuando elijas cantidades y alimentos adecuados –puñadito de nueces, un lácteo desnatado,
una pieza de fruta, 2 ó 3 galletas integrales, una rebanada de pan tostado
integral con queso fresco, o loncha de pavo o pollo-. Aunque, lo idóneo es
integrar el picoteo en las 5 ingestas diarias que hay que hacer para evitar el
exceso de insulina en sangre y los picos de ésta, que son los que nos engordan.
6.
Si no cenas adelgazas mucho.
Por la noche tenemos la insulina y la leptina altas, por el
estrés del día, la falta de ejercicio y el desequilibrio alimentario –largos
períodos diurnos sin comer-, así que si no cenamos estos marcadores guardan
grasa toda la noche. Además, saltarse una comida provoca ansiedad por comer y
“devorar” en la siguiente ingesta. Y algo más: nuestro metabolismo se
pone en marcha y quema calorías durante la digestión, por eso se aconseja comer
poco, pero muchas veces al día –hasta 5 ó 6-. Haz cenas ligeras compuestas por ensaladas verdes,
algo de carbohidratos de digestión lenta –pasta- y un alimento proteico
–pescado, huevo, carne de aves-.
7.
Las
vitaminas engordan.
Las vitaminas y los minerales son nutrientes
acalóricos, es decir, no aportan calorías. Lo que pasa es que al producir un
mejor estado de salud pueden “abrir” el apetito, pero no existe relación directa
entre vitaminas y aumento de peso. Es más, se aconseja su administración en
dietas proteinadas, para evitar su déficit. Pero si tu dieta es variada y equilibrada
cubre tus necesidades de vitaminas y minerales.
8.
Los alimentos funcionales curan.
No hay alimentos que tengan la capacidad de
curar, pero el consumo de un alimento funcional de forma continuada, sí puede
ayudar a mejorar los síntomas de algunos trastornos –colesterol malo alto-.
Toma nota: no tienen ningún efecto si no se incluyen en una dieta equilibrada y
no debes esperar de ellos ningún efecto milagroso ni a corto plazo.
9.
Comer
o beber en lata es cancerígeno.
Los alimentos envasados
contienen aditivos para conservar los alimentos durante largos periodos de
tiempo. Éstos aparecen en la etiqueta con números precedidos de la letra E, que
quiere decir que son aditivos permitidos en la Unión Europea y por lo tanto
inofensivos para nuestra salud. No obstante, debes consumirlos cuanto antes sin
esperar largas fechas de caducidad.
10. Estar un día a dieta
adelgaza.
El objetivo de una dieta es perder grasa y las
dietas muy restrictivas, que producen una rápida pérdida de peso, lo hacen a
expensas del agua corporal, no del tejido graso. Por el contrario, éste
requiere tiempo para movilizarse y desaparecer, y un cambio en el estilo de
vida y hábitos alimentarios. Básicamente,
consumir menos calorías y realizar ejercicio físico de forma habitual. Algo
más: estos planes “de ayuno” son muy hipocalóricos y al abandonarlos generan un
rápido efecto rebote.