
Datos de incidencia
Resulta
que, efectivamente, existe un linfoma anaplásico de células grandes asociado
con un implante mamario (LACG-AIM). De hecho, se llama así. “El riesgo de
desarrollar este linfoma es 18 veces mayor en mujeres que se han sometido a un
implante mamario, tanto por motivos estéticos como tras la reconstrucción de la
mama”, asegura Emilio García Tutor, Jefe del Servicio de Cirugía Plástica
Reparadora y Estética de la Clínica MD Anderson Cancer Center (Madrid, tel. 912
77 72 20). Y es un riesgo conocido por los cirujanos plásticos desde 1997 año
en el que aparece el primer caso –las primeras prótesis se pusieron en 1962-. Actualmente
hay 173 casos en todo el mundo, según la última y más amplia revisión hecha por
el cirujano plástico Garry Brody, y publicada en marzo de 2015 en la revista
especializada Plastic and Reconstrutive
Surgery. “Hay 112 casos en EEUU, 20 en Australia, 9 en Francia, 9 en Reino
Unido, 5 en Holanda, 5 en Canadá, 4 en Brasil, 3 en Nueva Zelanda, 2 en Italia,
2 en Irán, 1 en Israel y 1 en Dinamarca”, detalla el Dr. García Tutor. Además,
la FDA –Agencia de Alimentos y Medicamentos americana- ya advirtió en 2011 de
la existencia de este riesgo, aunque refiriéndose a él como “muy bajo, pero más
alto que la población femenina general”. En nuestro país, de momento, no se
conocen casos, aunque tampoco hay datos. “La Agencia Española del Medicamento
está colaborando con la Europea y con la Francesa y todo está en estudio”, declaran
fuentes de Sanidad. Y desde la SECPRE (Sociedad Española de Cirugía Plástica
Reparadora y Estética) aseguran que “los cirujanos plásticos españoles sólo
emplean, como no puede ser de otra forma, las prótesis mamarias que cuentan con
los preceptivos controles y autorizaciones de las autoridades europeas y
nacionales, y son los primeros interesados en la seguridad de tales prótesis y,
por extensión, de sus pacientes”. Precisamente, uno de los cirujanos que más ha
estudiado el tema en España es el plástico Jaume Serra (Valencia, tel. 616 23
83 81), que a raíz del escándalo de las prótesis PIP ha reintervenido a más de
1.000 mujeres y que ha decidido realizar una prueba inmunohistoquímica del
líquido periprotésico –análisis al microoscopio de una biopsia del tejido que
hay alrededor de la prótesis- a 232 de ellas, que tenían las prótesis rotas, presentaban
reacción inflamatoria o fibrosis. “Con resultado siempre negativo”, asegura. Y
es que, el LACG-AIM aunque es cierto que existe y es conocido por los expertos,
por suerte es un linfoma muy raro y anecdótico. “El linfoma de mamas representa
el 1-2% de todos los cánceres de mama y, en concreto, el LACG-AIM supone tan
solo el 1-2% de los linfomas malignos”, detalla Carlos Montalbán, hematólogo oncólogo
y experto en linfomas de la Clínica MD Anderson Cancer Center. Este experto, en
44 años de profesión no ha visto ningún caso, “salvo los presentados en Congresos
médicos como casos raros”, apunta. Concretamente, el LACG-AIM se da en una mujer
de entre 500.000 y 3.000.000 con prótesis.
Qué es, qué lo causa, síntomas y tratamiento
El
LACG-AIM es un tumor que se desarrolla a partir de células del sistema inmune, en
el tejido que rodea a las prótesis. Aunque los linfomas malignos son muy
agresivos “el que afecta a la piel y las mamas es más indulgente, se trata
mejor y tiene mejor pronóstico”, asegura el Dr. Montalbán. ¿Cuál sería la
causa? Aunque todavía se desconoce y se habla de múltiples factores, lo
expertos apuntan a tres posibles: predisposición genética, edad e inflamación
crónica. “Probablemente es más fácil que se dé en personas predispuestas genéticamente
y con antecedentes familiares de cáncer, además los linfomas y las leucemias
aumentan con la edad, es decir cuánto más viejos más posibilidades de
desarrollarlo, y, siempre que se pone una prótesis, que es un cuerpo extraño
para el organismo, se produce una inflamación, si ésta en lugar de solucionarse
esporádicamente se cronifica puede dar lugar a linfoma”, supone el Dr.
Montalbán. Porque lo que sí parece ser un factor común es que este tipo de
linfoma siempre viene precedido de inflamación: “efecto inflamatorio no
definido”, aclara el Dr. García Tutor. Y es que, “las prótesis mamarias pueden
producir, prácticamente siempre, reacciones inflamatorias, encapsulaciones y
calcificaciones”, advierte Luis Alfaro Ferreres, anatomo-patólogo del Hospital
Virgen del Consuelo (Valencia, tel. 963 53 61 25). ¿Cuándo hay que sospechar? Normalmente
aparece enrojecimiento, dolor y aumento de volumen y/o bultos o durezas en la
mama –seromas-. “Se acumula líquido alrededor de la prótesis por eso aumenta de
volumen el pecho”, explica el Dr. García Tutor. A la mínima sospecha hay que
acudir al cirujano que nos operó, quién determinará la necesidad de realizar
ecografía, mamografía o resonancia magnética y, si es necesario, biopsia del
tejido que hay alrededor de la prótesis con estudio inmunohistoquímico del
líquido periprotésico. “Aunque se ve con una simple exploración física el método
de detección más eficaz es el estudio del líquido periprotésico por medio de
extendidos citológicos y bloques celulares”, asegura el Dr. Ferreres. En caso
de diagnóstico positivo de linfoma hay que extirpar las prótesis y la cápsula “en
el 70-75% de los casos es necesario recibir quimioterapia, además en un 25% de
los casos vuelve a aparecer”, apunta el Dr. Montalbán. No en vano, 10 de los
173 casos desarrollaron metástasis y se habla de 9 casos mortales.
Medidas y Precauciones a partir de ahora
La
cirugía de aumento de mamas con prótesis aunque es una cirugía segura “que se
ha hecho popular precisamente por los buenos resultados y ausencia de
incidencias”, recuerda el Dr. García Tutor, no deja de ser un acto quirúrgico
que conlleva sus riesgos, unos relacionados con la propia cirugía, anestesia y
recuperación postoperatoria, y otros con los implantes, que, de hecho, son dispositivos
médicos. “Hay riesgo de infección, hematomas, inflamación, problemas de
cicatrización, además de contractura capsular, rotura y rotación de las
prótesis, formación de arrugas y ondulaciones, asimetría y malos resultados
estéticos”, enumera el Dr. García Tutor. Y el Dr. Serra añade: “ocasionalmente
puede producirse una pérdida parcial o total de la sensibilidad de piel y
pezón”. Antes de operarte deberías estar informada de todas estas
circunstancias por tu cirujano. De éstas y, ahora también, de la posibilidad,
aunque remota, de desarrollar un LACG-AIM. “Probablemente en lo sucesivo se
incluirá dentro de los riesgos en los documentos de consentimiento informado”,
apunta el Dr. García Tutor. Existe un consentimiento informado standard redactado
por la SECPRE (Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética),
pero luego cada cirujano puede hacer las modificaciones y añadidos que
considere. Además, debes operarte en un hospital, por un cirujano plástico, y
con todos los medios necesarios para hacer frente a cualquier incidencia. Y
tras la cirugía debes realizarte revisiones periódicas de los implantes. “Revisión
anual o cada dos años con el cirujano que te operó”, recomienda el Dr. García
Tutor. Algo más: debes saber que los implantes no duran toda la vida, hay que
cambiarlos con el tiempo. “La vida media aproximada es de 15 a 20 años”, concluye
el Dr. Serra.
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