Hasta
ahora creíamos que éramos lo que estaba escrito en nuestros genes. ¡Error! Esa
idea está cambiando actualmente. Es más, aunque nuestra biología cutánea está
determinada desde que nacemos y escrita en nuestro genoma, hay una serie de
factores externos que pueden producir modificaciones químicas en el ADN, y variar
nuestro aspecto físico y forma de envejecer. Es decir, nuestra piel no es solo
fruto de la genética sino, y en gran medida (hasta en un 70%-80%), de sus
“circunstancias”. ¿Cuáles? “Fumar, la falta de sueño, el estrés, la polución, algunos
químicos (como los derivados de COx, NOx, SOx, otras especies reactivas de
oxígeno), la materia particulada de la contaminación (PM), los aerosoles
suspendidos en el aire, los rayos UV, la temperatura, una mala alimentación, el
sedentarismo y algunos medicamentos y enfermedades afectan a nuestro epigenoma”,
asegura Nadine Penodet, experta en biología molecular e investigadora de EstéeLauder. Esto explicaría por qué dos gemelos que al nacer son idénticos, pueden envejecer
de forma distinta y mostrar rasgos muy diferentes. Pues bien, basándose en todo
ésto ha nacido la epigenética. Suena a chino pero para explicarlo de forma
sencilla es una ciencia que estudia de qué manera las condiciones ambientales,
los hábitos y las experiencias individuales modifican la expresión de nuestros
genes (incluidos los encargados del envejecimiento celular). Y es que, todo lo
que ocurre en nuestro cuerpo es producto de la expresión de los genes, “que se
“manifiestan” produciendo o inhibiendo una serie de proteínas (queratina,
colágeno, elastina, hormonas…). Estas son la base de nuestra piel y pelo, e
incluso de la forma de enamorarnos”, aclara Konstantinos Gardikis, director
científico de Apivita.
GENES EN MODO ON
¿Qué
genes están implicados en nuestro envejecimiento? “Se calcula que 45. De todos
ellos, tres –NRF2, SIRT-1 y HSP-47- están involucrados en todos los mecanismos
antiaging (se encargan directamente de la desintoxicación celular, la
reparación del ADN y la producción de colágeno). Necesitamos tenerlos
sobreexpresados, ponerlos a trabajar más duro y a producir más proteínas –ácido
hialurónico, colágeno y elastina principalmente-. Y sin embargo, hay otros –como
MMP-1 y p21- que tenemos que inhibir, poner en modo off, para evitar que se
expresen porque degradan las proteínas y provocan envejecimiento celular”,
asegura Gardikis. Para que todo esto suceda hay que “tratar bien” a los
“curris” de nuestra piel, “unos “interruptores” biológicos llamados microARNs
(o miRs), que van “encendiendo” (activan) o “apagando” (inhiben) la producción
de las proteínas que nuestra piel necesita”, explica Isabel Ramos, vocal de la
comisión científica de la Sociedad Española de Químicos Cosméticos (SEQC). Y
más vale que así sea, de lo contrario, las consecuencias no se hacen esperar: sequedad,
atrofia epidérmica, pérdida de elasticidad y firmeza, y dermatitis atópica.
EPIGENÉTICA DE BOTE
¿La
buena noticia? “Están apareciendo una serie de activos moleculares con la
capacidad de regular algunos mecanismos epigenéticos, como las modificaciones
químicas en las histonas y en el ADN, así como la expresión de los micorARNs.
Activos que están siendo aprovechados tanto por la industria farmacéutica como
cosmética”, asegura Inmaculada Vivo, directora técnica de Germaine de Capuccini.
¿Y qué papel juega en todo esto la cosmética? Pues que gracias a estos súper
ingredientes nuestros “curris” mejoran su rendimiento, es decir ya tienen las
“vitaminas” que necesitan para producir las proteínas que nuestra piel precisa,
y solo las que precisa, para lucir joven y radiante. De hecho, esta nueva generación de activos se está introduciendo
en cosméticos que prometen mejorar visiblemente las arrugas, la firmeza y el
contorno facial, densificar la piel, remodelar los volúmenes, recuperar la
energía y la vitalidad cutáneas. “Va a ser la revolución en la cosmética en los
próximos 10 años. Cuánto más sepamos sobre la función de los genes implicados
en el envejecimiento, más eficaces pueden ser los cosméticos en los humanos”,
concluye el investigador de Apivita. Eso sí, no nos llevemos a engaño, hoy por
hoy, no existe un cosmético capaz de alterar la secuencia de ADN (de hecho, si
fuera así pasaría a ser un medicamento). “La acción de estos cosméticos afecta
a los mecanismos de regulación, de manera que pueden silenciar o activar la
expresión de ciertos genes (promoviendo o evitando la producción de ciertas
proteínas –colágeno, elastina, metaloproteinasas-)”, aclara Ramos. ¿Y esto en
que se traduce? “Dependiendo del tipo de ingrediente activo de la fórmula, tienen
la capacidad de aumentar las defensas antioxidantes, evitar el daño en el ADN,
controlar la proliferación de los queratinocitos y los fibroblastos, y también
la sobre-producción de melanina o el crecimiento capilar”, asegura Ramos.
ACTIVOS CON ACTIVIDAD EPIGENÉTICA
Hojas de vid de Santorini: El extracto de las hojas de
Athiri, Aidani y Asyrtiko, tres variedades ancentrales de vides que crecen en
Santorini, es muy rico en polifenoles, unos antioxidantes capaces de activar
importantes proteínas (SIRTUINAS y NRF27/KEAP1), relacionadas con la
regeneración cutánea, la desintoxicación y la defensa antioxidante. APIVITA ‘Wine Elixir Renewing Lift
Night Cream’ (44).
Jalea Real de Abejas Negras Ouessant: Procedente de la red de colmenas
con que cuenta la firma Guerlain en la Isla de Ouessant, a 18 km de la costa de
Bretaña, es recolectada para crear un potente complejo que tiene la capacidad
de estimular la expresión del gen TIEG1, responsable de activar a los
fibroblastos y favorecer la síntesis de colágeno I y IV y ácido hialurónico. GUERLAIN ‘Abeille Royale Serum Doble R
Renew & Repair’ (181 €).
Trufa Diamante Negro: El extracto de este hongo
subterráneo, originario del Suroeste de Francia, tiene la capacidad de
potenciar un trío de genes de la longevidad (SIRT-1, SIRT-3 y SIRT-6), que ayudan
a que las células vivan más tiempo, se comporten cómo cuando eran jóvenes e incrementa
la producción de colágeno en un 215% después de 72 horas. ESTÉE LAUDER ‘Re-Nutriv
Ultimate Diamond Sculpting Refinishing Dual Infusion’ (345 €).
Raíces de Edulis: Chanel cultiva las raíces de
esta planta en invernaderos móviles, y las rocía cada tres minutos con una
bruma para obtener un extracto puro (3.5 DA) 50 veces más concentrado que el
clásico, rico en antioxidantes, anti-radicales y regulador de la proliferación
celular. Sobre todo, inhibe la expresión de ciertos miRS en la piel y favorece
la formación de proteínas de la juventud. CHANEL
‘Le Lift Crème’ (110 €).
Mejorana: El extracto de esta planta
estimula e impulsa la producción de la enzima LOXL-1, que es la encargada de
garantizar la correcta síntesis y funcionalidad de la elastina, proteína responsables
de las fuerzas de tensión de la piel. SISLEY
‘Silsleÿa L’Intégral Sérum Concentré Fermeté’ (400 €).
Epigen 145: Una molécula de laboratorio que
disminuye los niveles de miARN-145 y así reactiva la capacidad de regeneración
de las células situadas en la parte más baja de la epidermis. Además aumenta la
síntesis de colágeno I y II, ácido hialurónico y elastina. MARTIDERM ‘Epigen 145 Cream’ (81,10 €).
Flor de Caléndula: El extracto de esta flor es
rico en apigenina, un flavonoide que protege frente al daño del ADN, tiene efectos
antiinflamatorios, capacidad para inducir la síntesis de colágeno y penetrar en
todas las capas de la piel. Además, restablece la expresión del factor
antioxidante Nrf2. GERMAINE DE CAPUCCINI
‘Timexpert SRNS PRO 60+’ (65 € ).
Glucógeno marino: Se extrae de la membrana de
apertura y cierre de la concha de los moluscos y es muy parecido al que se
encuentra naturalmente en la epidermis y en las células capilares. Su aporte
externo aumenta la expresión de dos MicroRNAs (miR-26a-5p y miR-29b-3p) que mantienen
el pelo en fase de crecimiento (anágena). NUGGELA
& SULÉ ‘Champú Epigenético Cabellos Grasos’ (19,90 €).